En una fria mañana de enero y con Alex Margalef sin pegar ojo en toda la noche por la emoción, decidimos pescar en una pequeña cala en la Ametlla de Mar. El agua congelada y la ausencia de pescado no hacían presagiar buenas capturas, como así fue. No obstante, valio la pena la experiencia con el hijo de 16 años de mi querido amigo
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Muy buen blog sobre pesca.No se como se puede hacer todos esto debajo del agua... (y lo buenos que estan despues en la mesa)
ResponderEliminarAl ver esto, me averguenzo de confesar que me gusta mas comerlos que pescarlos.
Un abrazo
Ernest